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LA MATERIALIDAD DEL LIBRO

28 junio, 2024

Hacia Viernes Salvajes

Supe de El infinito en un junco gracias a un video de YouTube que hizo la booktuber Cecilia Bona para su cuenta «Por qué leer». En el contenido decía que quienes estaban viendo el video aman, adoran, veneran el libro, y cuenta de que va y como está escrito. Resulta que “en el junco del Nilo, se encuentra la materia prima de lo que fue el papiro, ese primer papel (…) y si en el junco está la materia prima del papel, entonces el infinito, la biblioteca, la expansión del conocimiento parte del junco”. Es un libro sobre la historia de la materialidad del libro, un recorrido por el universo del libro, que está escrito por Irene Vallejo bajo el hechizo de la poética. Ahí se activó la alarma. Tomé nota y lo coloqué en la larga lista de pendientes.

Irene Vallejo. Escritora, Dra. en Lenguas Clásicas. Autora de El Infinito en un junco.

Hasta que un día una compañera del taller literario compartió en el grupo de whatsapp un texto de Irene Vallejo, que pertenece a otro libro suyo. Comenté que estaba detrás de El Infinito en un junco y alguien recuerda que ya hubo en el taller, un texto de ese libro dando vueltas entre nosotros. Yo no lo recuerdo, no está en el laberinto de mi memoria.

Llegó el día del padre, y aprovechando una promoción con la tarjeta de crédito, me hice un autoregalo. Encargué el libro y lo pasé a buscar un sábado por la mañana antes de ir a la casa de mis padres a estudiar. Entré a la librería con la ansiedad y la euforia que me domina en esos momentos previos. Lo pedí en el mostrador, ya lo tenían separado a mi nombre. Lo pagué, me lo hice envolver para regalo, porque después de todo es un regalo para mí mismo. Salgo con el paquete dentro de una bolsa que fui abrazando cuando salí del local y cuando fui caminando hasta el auto.

Cecilia Bona, dejó su trabajo se convirtió en youtuber para leer y recomendar libros.

La felicidad fue plena, similar a esa sensación de los primeros días frescos del otoño en que me pega el sol y me calienta la cara. Porque sé, estoy convencido, que ese libro va a cambiar mi vida y me va a acompañar por muchos años. Sé que para mí va a ser importante sin haber leído siquiera el prólogo. Ya en el auto lo saqué de la bolsa, rompí el papel del envoltorio, miré el libro con devoción que todavía se encontraba preso del retractilado que lo envolvía, lo rompí con sumo cuidado, hice que mi pulgar se deslizara por el canto de las hojas y se desprenda el perfume inigualable de papel y tinta, de árboles y colorantes, de aventuras y silencios, de bibliotecas y laberintos, de pasión y de entrega. Le di un beso al libro, luego otro, dándole la bienvenida a mi vida. Y lo coloqué en el asiento del acompañante. Me pregunté en ese momento si no tendría que ponerle el cinturón de seguridad por las dudas.

Para todo esto, en nuestra maravillosa lengua, debería existir un sustantivo que describa todas estas sensaciones que parten de la existencia de un libro aun no leído, pero del que ya se lo empieza a amar. Y ya que estamos pidiendo, que también haya un adjetivo que le haga justicia, porque quienes amamos los libros, lo necesitamos con fuerza vital.


Charly Longarini

Periodista, y lector voraz. Escribe para La Patria Futbolera. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Hurlingham. Cinéfilo. Seguilo en sus redes.